-Usted dice, primer recuerdo. Pero el más fuerte, independiente de cualquier acontecimiento, es este: Una Canción. La cantaba la nana, concretamente:
Pero la juventud no volverá,
No volverá de nuevo.
-¿Y sabe porque? Por ese ilícito “de nuevo”. Su hubiera dicho “nunca”- no habría sido exacto, ni habría sido suficiente. ¿Qué puede importarnos lo que no pasará- nunca? Nunca está tan lejos, nunca está aún por venir, en el futuro, es ese nunca en el que no creemos, que no nos interesa, nunca es también- después de nosotros, pero no con nosotros, después de todos. Porque nunca- no solo es en nuestra época (nuestra vida), en nuestro siglo (cien años), sino en general- por los siglos de los siglos. Por eso nos es indiferente.
Pero tenemos de nuevo, es decir, hacia acá, hacia este punto en el que estamos ahora. ¡Porque somos nosotros los que estamos ahora! ¡Porque somos nosotros los que estamos, y es el objeto lo que se va! No volverá de nuevo- atrás. En el de nuevo está el paso irreversible que da al alejarse de nosotros, simplemente – se retira.
Mientras que en el nunca-jamás- no hay impresión visual ninguna, una abstracción en la que no creemos. ¿Quién ha creído alguna vez en la nada y en él nunca?
Es un no volverá- reforzado, no solo no volverá, sino que definitivamente no volverá. Eso es lo que es- ¡de nuevo!
-Era pequeña y no comprendía las palabras. Solo entendía que era terriblemente triste.
-Usted comprendía el significado.
De las Dos Goncharovas:
La atracción de Pushkin por Goncharova, que el mismo, quizá, había tomado por una voluptuosidad importuna y ciertamente consideraba (“goncharovizado”) como un sortilegio es la atracción del genio- de la demasía- por el vacío. Para tener adonde. Cerca de Pushkin había otras, ¡no en vano eligió a ésta! (Sabía lo que elegía) Quería la nulidad porque él era –todo. Y también quería ese todo, donde él era nulo. No eran pareja para el Rosset, ni Raievskaia, ni Kern, solo Goncharova era pareja para él. Pushkin no necesitaba la inteligencia de Rosset, ni el amor que por el sentía Kern, quería lo primero, lo inaccesible. Su matrimonio es tan genial como su vida y su muerte.
“Ella no es pareja para él” - ¡Como si fuera pareja todo lo que armoniza! Hay parejas marcadas por una atracción recíproca, felices por su deseo, por un movimiento hacia- a través de la mesa. (Filemón y Baucis), a través del lecho de muerte. (Romeo y Julieta), y a través de la reja del convento. (Eloísa y Abelardo), a través de todos los mares (Tristán e Isolda) – a través de todos los pesares y a pesar de todos los atraveses- felices: amantes.
También hay otras- también parejas, pero separadas, casi desgarradas. Sigfrido que no reconoció a Brunilda, Pentesilea que no reconoció a Aquiles, parejas cuyo sino está marcado por un malentendido fatal. Y no obstante-parejas.
Y hay parejas fatales, con una condena interna, sin ninguna esperanza, ni en este mundo, ni en el otro.
Pushkin- Goncharova.
De las Conversaciones:
“¿Soy libre de recordar a una persona y a un ícono-no? Olvidar no es la palabra correcta, no se puede olvidar una cosa que ya está fuera de nosotros, sino dentro de nosotros, que ya no está en el pasado, sino en el presente. A menos que sea “olvidarse a sí mismo”.
Como aquel soldado.
“Este terror a la influencia es una enfermedad. Miro lo ajeno y pierdo lo propio. Pero como puedo perder lo propio, cuando cada día es diferente. Cuando yo misma todavía no lo conozco”.
Lo mismo que: “Perdí mi día de mañana”.
¿Y qué clase de tuyo es aquello que puedes perder? Si lo pierdes es que no era tuyo, sino ajeno, ¡y que te aproveche perderlo! Lo mío es aquello que no puedo perder, de ninguna manera, lo imprescriptible, aquello a lo que estoy condenada.”
A propósito de Hamlet: Ni olvidare ni repetiré Hamlet. Porque es inolvidable e irrepetible.
Marina Tsvetaeva.
Libro: Natalia Goncharova. Retrato de una Pintora Rusa.
Ediciones Era
Traduccion: Selma Ancira
ISBN: 968 411 462 1
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