Primera impresión Visual: El Pueblo junto al océano verde. (Lee e imagina)
Hay docenas de garzas planeando en un cielo lastimosamente azul sobre las calles empedradas y las alfombras de jacaranda.
Un señor duerme en la hamaca mientras su mujer barre el tezontle del patio. Tiendas con anuncios de refrescos desgastados por el sol, pencas de nopales adornados con docenas de mariposas. Hogares blancos – roídos con arcaicas tejas colgando del techo. Una niña descalza jugando en el columpio instalado en el fresno.
Arcos y villas, cipreses hechos tendederos, y la mirada triste de los campesinos junto a sus tractores viendo cómo se desploma la cebada a causa de la irresponsabilidad de las autoridades locales.
Olor a cebolla, a madera, a caballo. Flores multicolores sobre los corrales, puentes viejos y canales.
“Paloma negra” suena en la cantina mientras el joven de la carreta mira tímidamente a la chica de frente estrecha y negras trenzas que menea su falda teñida con nocheztli.
Pequeños Jardines en todos lados, macetas repletas de amor por un rato, geranios, alhelís, margaritas y rosas. Tinas de agua en los polvosos patios, soles y lunas hechos de barro a manera de bienvenida, los pájaros trinan sobre los ahuehuetes y sabinos gigantes. La brisa en el campo y las hojas que caen…
Niños jugando a la cuerda entre las vacas, los jornaleros de mirada cansada – jamás perdida como en el metro – descansando en la abandonada estación de tren. Y a lo lejos, el Chalet de Don Regino Franco cayéndose en pedazos, últimos vestigios del último “patrón”.
Una Ford oxidada junto a la carretera, la mujer que vende naranjas en su banca de adobe, las bicicletas en su viene y va con los sombreros volando, y allí a lo lejos el cerro ancestral.
Figuras de cantera, graneros y recolectores, un túnel de árboles rodeando la carretera.
Los sauces en la tierra negra- a veces castaña- bamboleándose junto a los cazahuates. La banda de viento reagrupándose entre borregos y huizaches. Después de un breve silencio, las trompetas y la tuba opacan a las aves, las gallinas corren entre las casas blancas y rosas asustadas por los perros.
Sobre la autopista, los nombres de las rancherías y las comunidades rurales colocados sobre árboles al pie del camino: Cortijo, Cerrito de Camargo, Loma Linda, Parra, Tierra Fría, Viveros, La Mocha y algunos otros con motivos cristianos, que por respeto y cariño a los otomíes y purépechas de la región no relataré.
El mercado, con sus ollas, bolsas tejidas a mano, jaulas, macetas, puestos de flores y de frutas. Vendedoras de nopales, de cacahuates, zanahorias y limones. Huacales llenos de brócoli y lechugas acabados de salir de los surcos aun húmedos por el último riego.
Los ancianos sentados bajo la sombra de los negocios en las esquinas (La última generación digna de este País), gente que viene y va entre autos y motonetas, mientras las palomas continúan cagando en la Iglesia.
Caminando sobre los caminos rurales hay ardillas, lagartijos azules y cardenales - ¿Cardenales? – ¡Aves! ¿Por qué arruinar la belleza de este pájaro con un nombre tan terrible?...
La compuerta de la presa está abierta, también el fluir del agua en los pozos, los toloaches y las matas de haba se mezclan en las parcelas, Los Hornos de la casona azul trabajan a todo vapor, todo el pueblo huele a pan recién hecho…
*Segunda Impresión Visual: La factoría y el onanismo humano ( No imagines, solo obedece)
A la mitad del camino, entre lo antiguo y lo nuevo. Entre la libertad y el dominio se erige, con las montañas como testigo, la primera fábrica de esclavos. Concreto en lugar de trigo, láminas en lugar de cielo, sirenas en lugar de trinos. No hay grillos, hay insecticidas, no hay salvias, hay fertilizantes químicos. No hay huertas, ni chicalotes, ni mezquites. Hay estacionamientos – pasividad mecánica- hay directrices y salas de juntas, silos metálicos, y bodegas de producción.
Sobre el camino de concreto pasan de ida y vuelta automóviles y camiones de carga, ningún conductor dirige su atención a las higuerillas ni a los carrizos que tratan de sobrevivir al pie de la autopista – enajenación e indiferencia – tras el volante.
Lenta – dolorosamente- desaparecen los verdes, los amarillos, los ocres. Reina el gris y el blanco artificial. No hay nada vivo en este remedo ilusorio.
La marcha de los androides en cada crucero, discapacitados emocionales llenando las terminales, alamedas marchitas, efigies montadas sobre bases de cemento, efigies caminando con efigies…
Casas -Jaulas- homogéneas, mismo tamaño, color, ancho, largo. Infraestructura uniforme para las mentalidades uniformes.
Cae el ocaso, mis ojos lastimados solo aciertan a ver las señales de tránsito esparcidas en todos lados: Vuelta a la izquierda, Vuelta a la derecha, Paradas continuas, Ceda el paso, 80 Km- H, No estacionarse, No rebasar, Mire hacia los dos lados, Paso restringido, Doble Circulación, Obedezca las señales.
¡¡¡Obedezca, Obedezca, O-be-dez-ca…!!!!
Paola Klug
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