En tiempos en donde la sofisticación parece representada por un confuso frenesí, la sencillez emerge como una sobria estrella polar; en la simplicidad se encuentran las respuestas a las interrogantes más relevantes para tu evolución personal.
Gurdjieff indicó hace unos años, que los niveles superiores de conciencia estaban regidos por pocas leyes, así los niveles inferiores están sujetos a un mayor número de leyes y restricciones que llevan a un mayor automatismo, es decir inconsciencia. En ciencia, se busca simplificar las fórmulas, teorías y ecuaciones hasta hacerlas lo más sencillas posibles. Y es que sencillez no tiene por qué señalar algo pobre e incompleto, sino que puede ser perfectamente el proceso que nos lleve a lo que en términos de Gurdjieff es nuestra esencia desnudándonos de nuestros falsos egos y condicionamientos sociales. Es en este proceso hacia lo sencillo, en el que se deshacen las viejas estructuras mentales para dejar el espacio necesario para que otras nuevas estructuras se formen espontáneamente. No siempre es una fase agradable, pues esas transformaciones pueden dar lugar a lo que comúnmente se le llaman delirios, el diálogo mental dando sus últimos coletazos antes de ser detenido. Como los restos de un bloque de mármol que se desprenden para dar forma a la estatua.
Así, en las historias de ficción, el protagonista, el que lleva todo el peso de la misión suele ser gente sencilla, como Frodo Bolsón, SonGoku o Luke Skywalker, ya que sólo alguien con la mente clara y despejada de la “basurilla mental” puede llevarla a cabo. Pues cuando damos a la mente demasiado poder, caemos en la división y en la pobreza de percepción. La mente por supuesto tiene su papel, pero como Osho dijo tenemos que desarrollar la capacidad de “encenderla” y “apagarla” a conveniencia para que sea útil y evitar sus disfunciones.
Según John Lilly, es cuando alcanzamos estos estados de claridad mental, libres del diálogo interno, es cuando podemos metaprogramar (programar la programación) nuestra biocomputadora humana (el cerebro), y así cambiar nuestros mapas de realidad por otros más útiles. Mientras que en la mitología egipcia, Hoor-paar-kraat es la versión de Horus como niño, el inocente dios del silencio (¿mental?).
En definitiva, la búsqueda de la inocencia, la trascendencia de los filtros mentales con los que interpretamos los datos crudos de la realidad, es un trayecto más del viaje más importante que tiene como meta el presente.
“La Inocencia ve todo con asombro; por eso nos lleva de fiesta en fiesta.”
“La Inocencia es excitante porque ve todo por primera vez. Para ella el mundo está lleno de novedades.” -
Facundo Cabral
“Este no es el principio del fin, este es el regreso a ti mismo, el regreso a la inocencia.”
“Return to innocence” Enigma.
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