sábado, 1 de enero de 2011

“La Cuesta de Enero, consumismo, Vainilla y Celotipia”

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Recuerdo que cuando era una niña, disfrutaba enormemente meterme entre mis padre y robarle a aquel alto y fornido hombre a la mujer que al parecer me engendró. Entre militares retirados, música de las grandes Orquestas, cenas deliciosas y mujeres con caras estiradas por el botox, yo me daba vuelo en la pista con mi padre enfundado en su traje de gala azul zeta, su cigarro en la mano y la sonrisa de orgullo en su rostro, ante la mirada encabronada de mi madre. ¿Los celos son una enfermedad? No lo creo, más bien son otro de los traumas heredados, aprendidos y vividos de nuestro entorno temprano. Un modelo copiado sin intención alguna.

Y de aquel “mira que linda niña, baila con su papa” al… “soy una perra posesiva” han pasado 23 0 24 años. Lo único que puedo aprender de este arquetipo además de que es frustrante parecer una psicótica es que nada es de mi propiedad, no hay nada en el mundo que sea mío, mucho menos un “alguien”, así mismo, yo tampoco le pertenezco a nadie. Pero es difícil olvidarse de la “necesidad de la propiedad”, más en una sociedad tan asquerosamente consumista como en la que vivimos. “El que más tiene, más vale.” Como ejemplo usare a un conocido, tuvo una infancia precaria, con los problemas básicos de la clase media, odio ser pobre, le avergonzó la pobreza. ¿Qué paso después? Estudio para ser uno de los mejores borregos de la escuela como forma de “sobresalir”, encontró un trabajo con buena paga, se hizo panista e inmediatamente se convirtió en alguien “nice”, un ejemplar digno de envidia y admiración para todos los gatos que él mandaba. (Un gato mandando a los gatos)
Con todo ese dinero que gana, compra cientos (literalmente) cientos de cosas en todos los centros comerciales que pisa. Tiene un departamento lleno de tiliches sin usar, casas de campaña, ropa, zapatos, albercas inflables, lámparas, cuadros, electrodomésticos, relojes y un enorme etc. Consume a lo pendejo. ¿De qué sirve tener tantas chingaderas si te la pasas trabajando 12 horas diarias y no las puedes disfrutar? Se consuela limpiándoles el polvo una vez a la semana con chela en mano, mirando por la ventana la “hermosa vista judía” de  Polanco.

Ahora vayamos al otro extremo, giremos la cabeza hacia la zona sur del DF. Digamos, a la Magdalena Contreras.  Don Manuel trabaja en una fábrica de chocolates, tiene 5 hijos, dos viejas, una suegra, un xoloitzcuintle. Todo el puto año se está quejando de la crisis económica, que si los huevos, que si el diesel, que si las refacciones, que si la papelería… Pero diablos, ¿Por qué chingados se queja todo el año, si en un solo día se gasta todo el esfuerzo de todo el año? Llega el aguinaldo y adiós quejas. Primero los adornitos para las casas de ambas viejas, lucecitas y muñequitos de nieve. Después el pavo con relleno, las papas del puré, la ensalada, el pan, los pomos para él y el compadre y las chelas para el recalentado. Los juguetes de reyes pa los chamacos, la tele para la suegra y la escapada al “Costa azul” con la "golda" en el privado… 

Nos quejamos del juego en el que voluntariamente jugamos. ¿Por qué servir de una manera tan estúpida a un sistema que nos tiene de los webos? ¿Por qué les damos todo a esos hijos de puta? Infancia, adolescencia, madurez y hasta vejez. Educación, escuela, juegos de video, televisión, radio, trabajo, familia, y hasta el retiro con las afores…

Se los damos porque nos encanta consumir. Consumimos porque estamos vacíos por dentro. Estamos vacíos por dentro porque jamás dudamos, jamás dudamos porque vivimos en el piloto automático que nos hace sentir cómodos, y nos sentimos cómodos siendo esclavos del sistema porque somos unos pendejos que creen en la propiedad…

Subieron los cigarros, la luz, la gasolina, los taxis, los energizantes, el gas, el peaje de las autopistas.... Y $56.70 el salario mínimo???

¿Feliz año nuevo? Que mamada...



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