sábado, 26 de febrero de 2011
Gurdjieff: volver a ser uno mismo y recuperar la Tierra
Gurdjieff, el hombre que trajo del Cáucaso un método para destruir los yoes, para volver a ser uno mismo y para poseer la tierra.
“El camino que conduce al desarrollo de las posibilidades ocultas en el hombre es un camino que va contra la naturaleza, contra Dios mismo.” ( Fragmento nº 19 )
Fragmentos del libro “En busca de lo milagroso. Fragmentos de una enseñanza desconocida”, de Ouspensky. Aquí se refiere a Gurdjieff, es Gurdjieff el que habla.
1. Si su vida está tan mal organizada que no puede disponer de mil rublos, será mucho mejor que no emprenda esta clase de trabajo.
2. Los hombres son máquinas y de las máquinas no puede esperarse otra cosa que hechos mecánicos.
3. Toda la gente que Ud. ve, toda la gente que Ud. conoce, toda la gente que aún puede llegar a conocer, todas, todas son máquinas, verdaderas máquinas que trabajan sólo movidas por influencias externas, como Ud. mismo muy bien lo dice. Máquinas nacen, máquinas mueren.
4. Antes de hablar sobre psicología debemos poner en claro a quién se refiere y a quién no se refiere, dijo. La psicología se refiere a la gente, a los hombres, a los seres humanos. ¿Qué psicología puede haber en relación a las máquinas? (Recalcó la palabra “psicología”) Para el estudio de las máquinas hace falta la mecánica, no la psicología. Por eso es que comenzaremos con la mecánica. Aún distamos mucho de la psicología.
¿Puede uno dejar de ser máquina?, le pregunté.
¡Ah! Esa es justamente la cuestión, dijo G. Si me hubiese Ud. hecho este tipo de pregunta más a menudo podríamos haber llegado a alguna parte en nuestras conversaciones. Si; es posible dejar de ser una máquina, pero para eso es indispensable, ante todo, conocer la máquina. Una máquina, una verdadera máquina, no se conoce a sí misma, y mal puede conocerse. Cuando una máquina se conoce a sí misma ya deja de ser máquina; al menos, no es la misma máquina que era antes. Comienza a ser responsable de sus actos.
¿Quiere Ud. decir que el hombre no es responsable de sus actos?
Un hombre (énfasis en esta palabra) sí, es responsable. Una máquina no lo es.
5. El hombre es una máquina. Todos sus hechos, todas sus acciones, todas sus palabras, sus pensamientos, sentimientos, convicciones, opiniones y hábitos, todo es el resultado de influencias externas, de impresiones que le llegan de afuera. Por sí mismo, de sí mismo, un hombre no puede producir un solo pensamiento, una sola acción. Todo cuanto dice, hace, piensa, siente, todo eso sucede. El hombre no puede descubrir nada nuevo, no puede inventar nada. Todo sucede.
6. El hombre nace, vive, muere, construye casas, escribe libros, no como él quiere hacerlo, sino como buenamente sucede. Todo sucede. El hombre no ama, no odia, no desea. Todo esto sucede en el hombre sin que el hombre se dé cuenta de ello.
Pero nadie querrá creerle si Ud. dice que nadie puede hacer nada. Esto es lo más ofensivo y lo más desagradable que se le puede decir a una persona. Y es particularmente ofensivo y desagradable porque es la verdad. Nadie quiere saber la verdad.
7. Verá Ud. que utilizamos un lenguaje muy especial, y que a fin de poder hablar con nosotros será necesario que aprenda Ud. a hablar este lenguaje. No vale la pena hablar en un lenguaje ordinario porque con él resulta imposible lograr un entendimiento mutuo. Por el momento, esto también le parecerá a Ud. extraño. Pero es la verdad. A fin de poder comprender, es necesario aprender otro lenguaje. El lenguaje en que habla la gente impide que los unos se entiendan a los otros. Más adelante verá Ud. por qué esto es así.
Debe uno, entonces, aprender a decir la verdad. Esto le parecerá extraño. Lo que ocurre es que Ud. no comprende que uno tiene que aprender a decir la verdad. La parece que únicamente basta desearlo o decidir hacerlo. Y yo le aseguro a Ud. que muy rara vez las gentes mienten deliberadamente. En la mayoría de los casos creen que dicen la verdad. Sin embargo, están mintiendo todo el tiempo, tanto cuando realmente quieren mentir como cuando quieren decir la verdad. Mienten siempre, tanto a los demás como a sí mismos. En consecuencia, nadie se entiende a sí mismo, ni puede entender a los demás. Piénselo un poco: ¿habría tanta discordia, tan profundos malentendidos, tal odio contra las opiniones ajenas si las gentes pudiesen entenderse los unos a los otros? No pueden entenderse porque no pueden evitar la mentira. Decir la verdad es lo más difícil que hay en el mundo; y uno debe estudiar muchísimo y durante mucho tiempo para poder decir la verdad. No basta con sólo desearlo. Para poder decir la verdad es necesario saber lo que es la verdad y lo que es la mentira, y saberlo, antes qué nada, en sí mismos. Y esto es algo que nadie quiere saber.
8. Ud. no se da cuenta de su propia situación. Ud. está preso. Todo cuanto puede Ud. desear, si es una persona sensata, es salir de esa cárcel. ¿Pero cómo va a hacerlo? Es preciso cavar un túnel. Un hombre no puede hacerlo por sí sólo. Pero, supongamos que haya unos diez o veinte hombres dispuestos a acometer esta empresa; trabajando por turnos, unos encubriendo a otros, pueden terminar el túnel y salir de la cárcel.
Lo que es más, nadie puede huir de esta cárcel si no obtiene la ayuda de quienes han huido antes que él.
9. Para que un preso tuviese posibilidades de poder fugarse, tenía que comenzar por darse cuenta de que estaba preso. Mientras no entienda esto, mientras no lo advierta, mientras no se dé cuenta de que está preso, mientras piense o crea que es libre, no tiene la menor posibilidad. Nadie puede ayudarlo, y por cierto que nadie podrá liberarlo a la fuerza, contra su propia voluntad, oponiéndose a sus deseos. Y si hay alguna posibilidad de fuga, ésta puede convertirse en realidad únicamente como resultado de mucho trabajo, de grandes esfuerzos; sobre todo de esfuerzos conscientes, dirigidos hacia un propósito definido y claro.
10. El “hombre-máquina”, para quien todo está sujeto a influencias externas, a quien las cosas únicamente le ocurren, aquel que ahora es una persona, mañana otra y pasado una tercera, no tiene ni puede tener futuro de ninguna especie; está enterrado y eso es todo. El barro al barro vuelve. A fin de poder hablar de cualquier clase de vida futura, tiene que haber cierta cristalización, cierta fusión de las cualidades internas del hombre, cierta independencia de las influencias exteriores. Si algo hay en un hombre que sea capaz de resistir las influencias externas entonces ese mismo algo podrá resistir la muerte del cuerpo físico. Pero, piénsenlo Uds. mismos: ¿qué puede sobrevivir a la muerte física de un hombre que pierde la cabeza o se desmaya cuando se corta un dedo?
11. Aquellos sistemas que Uds. conocen declaran que todos los hombres tienen un cuerpo astral. Esto es un profundo error. Aquello que puede llamarse “cuerpo astral” se logra únicamente por medio de la fusión, o sea por medio de un tremendo y duro trabajo interior y de un intenso esfuerzo y de una intensa lucha. El hombre no nace con un cuerpo astral. Sólo muy pocos consiguen hacerse de un “cuerpo astral”. Si el hombre consigue hacerse de un “cuerpo astral” puede continuar viviendo después de la muerte de su cuerpo físico, y aún hasta puede renacer en otro cuerpo físico. Esto es la reencarnación. Si es que no vuelve a nacer en cuerpo físico, entonces, a su debido tiempo, también muere. El “cuerpo astral” no es un cuerpo inmortal, pero puede vivir durante mucho tiempo después de que haya muerto el cuerpo físico.
La fusión, la unidad interior, se obtiene mediante la fricción, mediante la intensa lucha entre “sí” y “no” dentro de uno mismo. Si el hombre vive sin una lucha interior, si todo le “sucede”, sin que haya la menor oposición de su parte, si es que va donde quiera que le lleven o donde quiera que sople el viento, permanecerá siendo lo que es. Pero si comienza a luchar dentro de sí mismo, y si en esta lucha hay una dirección precisa, entonces comienzan a formarse, poco a poco, ciertos rasgos, comienza la “cristalización”. Pero esta cristalización puede ocurrir sobre bases buenas o malas. La “fricción”, la lucha interior entre “sí” y “no”, puede ocurrir sobre una base falsa como, por ejemplo, una creencia fanática en una u otra idea, o el “temor al pecado”; cualquier cosa por el estilo puede producir en el hombre una intensa lucha interior entre “si” y “no”. Y un hombre puede cristalizarse sobre semejante base. Pero ésta sería una mala cristalización, una cristalización falsa, incompleta. Un hombre así no tendría la menor posibilidad de un desarrollo ulterior. A fin de posibilitar un desarrollo ulterior, tiene que derretirse nuevamente, por así decirlo, y esto sólo lo puede lograr mediante un intenso y terrible sufrimiento.
12. Así consigue cristalizarse. Es en esta forma cómo mucha gente puede generar en sí misma una gran fuerza interior; puede soportar torturas, puede obtener lo que quiera. Esto significa que en estas personas ya hay algo sólido, algo permanente. Estas personas pueden llegar a ser inmortales.
13. Es preciso hacer sacrificios. Si nada se sacrifica, nada se consigue. Y es preciso sacrificar algo que por el momento sea muy precioso, sacrificarlo por un tiempo muy largo y sacrificar bastante. Pero no hay que sacrificar para siempre. Es indispensable entender esto con toda claridad, porque a menudo no se entiende como es debido. El sacrificio es necesario sólo mientras está desarrollándose el período de la cristalización. Cuando se ha logrado la cristalización, todos los renunciamientos, todas las privaciones, todos los sacrificios dejan de ser necesarios. Entonces el hombre puede hacer lo que le dé la gana. Ya no hay más leyes para él, porque él es la ley en sí mismo.
14. Este aspecto de la cuestión es sumamente claro. La multitud ni quiere ni busca el conocimiento. Los dirigentes de las multitudes, movidos por sus propios intereses, tratan de aumentar los temores de las gentes y fomentan el repudio de todo cuanto sea nuevo o desconocido. La esclavitud, que es la condición de la actual vida del hombre, se basa en este temor. Es sumamente difícil aún imaginar todo el horror de semejante esclavitud. Nosotros no comprendemos lo que las gentes se pierden. Pero, a fin de comprender las causas de esta esclavitud, basta observar la forma en que las gentes mienten. Basta observar que es lo que constituye la finalidad de su existencia, el objeto de sus deseos, de sus pasiones, de sus aspiraciones; basta observar lo que piensan, lo que discuten, lo que sirven y lo que adoran. Consideremos aquellas cosas en que la gente gasta su dinero,
15. El hombre no nace con estos cuerpos sutiles; ellos sólo pueden cultivarse artificialmente, siempre y cuando existan condiciones favorables, tanto en lo interno como en lo externo.
El “cuerpo astral” no es un implemento indispensable para el hombre. Es un lujo, un gran lujo que se lo pueden dar muy pocos. Un hombre puede vivir perfectamente bien sin un “cuerpo astral”. Su cuerpo físico posee todas las funciones necesarias para la vida. Un hombre sin “cuerpo astral” puede producir la impresión de ser muy intelectual y hasta espiritual, y puede engañar no sólo a otras personas, sino también a sí mismo.
16. Imaginemos una vasija o retorta llena de varios polvos metálicos. Estos polvos no tienen conexión entre ellos, y a cada cambio accidental de la postura de la retorta, también cambia la posición relativa de los diferentes polvos. Si se sacude la retorta, o si se la golpea con el dedo, entonces el polvo que originalmente estaba arriba, encima de los demás, puede aparecer en el medio o en el fondo, mientras que aquel que estaba en el medio o en el fondo, puede aparecer encima de todos. No hay permanencia alguna en la posición de los polvos, y en semejantes condiciones no puede haber nada permanente. Tal es un típico aspecto de nuestra vida psíquica. A cada instante hay nuevas influencias que cambian la posición de los polvos; en lugar del que está encima, se coloca otro que es su opuesto absoluto. La ciencia llama a esto un estado de mezcla mecánica. La característica esencial de la interrelación de los polvos en este estado de mezcla, es la inestabilidad de las interrelaciones mismas, y su variabilidad.
Es imposible estabilizar la interrelación de los polvos en un estado de mezcla mecánica. Pero los polvos pueden fundirse; la naturaleza misma de los polvos posibilita esta fusión. Para conseguirla, es preciso encender un fuego especial bajo la retorta; al calentar y derretir los polvos, este fuego logra finalmente fundirlos en uno solo. Fundidos en esta forma, los polvos quedarán en un estado de composición química. Y una vez así no se les podrá separar por el mismo expediente con que se les separaba antes y mediante cual expediente se les hacía cambiar de posición como era el caso cuando se hallaban en un estado de mezcla mecánica. El contenido de la retorta se ha convertido en algo “indivisible”, “individual”. Esto indica la forma como se construye el segundo cuerpo. El fuego que produce la fusión proviene de la “fricción” que, a su vez, se produce en el hombre mediante la lucha entre “si” y “no”. Si un hombre cede a todos sus deseos, o si alcahuetea con ellos, nunca habrá en él lucha alguna, no habrá fricción, no habrá fuego. Pero, si habiéndose propuesto alcanzar una determinada finalidad el hombre lucha contra todos los deseos que le impiden su logro, entonces podrá crear en sí mismo un fuego que transformará gradualmente su mundo interior en una integridad única.
17. Y tan sólo el hombre que posea cuatro cuerpos total y completamente desarrollados puede llamarse un hombre en el más amplio sentido de la palabra. Este hombre tiene muchas propiedades que el hombre ordinario no posee. Una de éstas es la inmortalidad.
18. La inmortalidad no es una propiedad con la que nace el hombre. Pero el hombre puede hacerse inmortal.
19. El camino que conduce al desarrollo de las posibilidades ocultas en el hombre es un camino que va contra la naturaleza, contra Dios mismo.
20. Los caminos conducen, o deberían conducir, a la inmortalidad. La vida corriente, la vida de todos los días, aún en sus mejores aspectos, lleva al hombre a la muerte y no puede llevarlo a ninguna otra cosa.
21. Las religiones occidentales han degenerado a tal extremo que no queda ya nada vivo en ellas.
22. Esta situación sería verdaderamente desesperada si no existiese la posibilidad de un cuarto camino.
23. Este cuarto camino no tiene formas definidas como las tienen los caminos del fakir, del monje y del yogui. Y, por sobre todas las cosas, el hombre tiene que ser capaz de hallar el cuarto camino, tiene que encontrarlo. Esta es la primera prueba. No se la conoce tan bien como la de los otros tres caminos. Hay mucha gente que jamás ha oído hablar de un cuarto camino, y hay quienes hasta niegan su existencia o sus posibilidades.
24. En el cuarto camino el conocimiento es mucho más exacto, mucho más perfecto. El hombre que se decide por el cuarto camino sabe precisa y claramente qué sustancia necesita para sus fines, y sabe que esta sustancia la puede producir dentro de su cuerpo mediante un mes de sufrimientos, mediante una semana de tensión emocional o mediante un día de ejercicios mentales. Pero también sabe que puede introducir esta sustancia en su organismo, desde afuera, si sabe cómo hacerlo. De este modo, en vez de emplear un día en ejercicios mentales, como el yogui, o una semana de oraciones, como el monje, o un mes de sufrimientos, como el fakir, simplemente prepara y se traga una píldora que contiene todas las substancias que necesita y en esta forma, y sin mayor pérdida de tiempo, obtiene los resultados que quiere.
25. Si la evolución de la humanidad llegase a pasar de cierto límite, o, para decirlo más correctamente, si la evolución abarcase un número de hombres superior a cierto porcentaje, el hecho sería fatal para la luna. En la actualidad, la luna se alimenta de la vida orgánica en la tierra, se alimenta de la humanidad. La humanidad es parte de la vida orgánica; esto significa que la humanidad es el alimento de la luna. Si todos los hombres deviniesen agudamente inteligentes, no querrían ser devorados por la luna.
Sin embargo, existen a la vez posibilidades de evolución, y pueden desarrollarse en individuos aislados con ayuda de conocimientos y métodos adecuados. Semejante desarrollo puede ocurrir solamente para beneficio del individuo, y va, por así decirlo, contra los intereses y beneficios del mundo planetario. Esto es lo que el hombre tiene que entender: su evolución no es necesaria sino para él mismo. Su evolución no le puede interesar a nadie más. Y nadie está obligado a ayudarle ni hay quién tenga la intención de ayudarle.
26. El hombre no tiene un YO individual. Pero, en cambio, tiene cientos y miles de pequeños “yo”, separados los unos de los otros; a menudo se desconocen los unos a los otros, no toman nunca contacto entre sí, o, por el contrario, son hostiles, exclusivistas e incomprensibles entre sí. Cada minuto, cada momento, el hombre dice o piensa en términos de “yo”. Y cada vez se trata de un “yo” diferente. Ahora es un pensamiento, luego es un deseo; ahora una sensación, en seguida un nuevo pensamiento. Así sigue la ronda eternamente. El hombre es una pluralidad. Y su nombre es Legión.
27. En el hombre no hay una verdadera individualidad. El hombre no tiene un Gran YO, un YO singular. El hombre está dividido en una multitud de pequeños “yo”.
28. Ni aún el más claro entendimiento de sus posibilidades llevará al hombre a su realización. A fin de poder realizar todo cuanto prometen estas posibilidades, el hombre tiene que sentir un poderoso deseo de liberación y estar dispuesto a sacrificarlo todo, a arriesgarlo todo, con tal de obtenerla.
29. El hombre moderno nace dormido, dormido vive, y dormido muere. Sobre el sueño, su significado y el papel que desempeña en la vida del hombre, hablaremos más adelante. Por ahora dedíquense a pensar una sola cosa: ¿qué conocimiento puede tener un hombre dormido? Si sobre esto se piensa, recordando a la vez que el sueño es nuestro principal rasgo, no tardará uno en advertir que si el hombre quiere obtener conocimiento, tiene, antes que nada, que pensar en cómo despertar, en cómo poder cambiar su ser.
30. Los hombres uno, dos y tres no pueden vivir conforme a los preceptos de Cristo porque a ellos sólo les “suceden” las cosas. Hoy son una cosa, mañana serán otra. Hoy están dispuestos a dar su última camisa y mañana serán capaces de destruir a quien se haya negado a darles a ellos su última camisa. Están siempre a merced de cualquier acontecimiento fortuito. No son amos de sí mismos, y en consecuencia no pueden decidirse a ser cristianos y a serlo verdaderamente.
31. La vida orgánica de la tierra es lo que alimenta a la luna. Todo cuanto habita la tierra, todo cuanto en ella vive, las gentes, los animales, las plantas, todo es alimento para la luna. La luna es un enorme ser viviente que se alimenta de todo cuanto vive y crece en la tierra. La luna no podría existir sin la vida orgánica de la tierra, y la vida orgánica en la tierra no podría existir sin la luna. Lo que es más, en su relación a la vida orgánica en la tierra, la luna es un gigantesco electromagneto. Si la acción de este electromagneto quedase repentinamente detenida, la vida orgánica en la tierra se derrumbaría y se haría nada.
32. Todos los malos actos, todos los crímenes, todas las acciones que constituyen un auto-sacrificio, todos los hechos heroicos, como todos los actos de la vida ordinaria, todo está controlado por la luna. La liberación que se adquiere mediante el crecimiento de los poderes mentales y de otras facultades, es la liberación de la influencia de la luna. La parte mecánica de nuestra vida depende de la luna, está sujeta a la luna. Si conseguimos desarrollar en nosotros mismos una conciencia y una voluntad, y sometemos nuestra vida mecánica y todas nuestras manifestaciones mecánicas a estas dos cosas, a la consciencia y a la voluntad, entonces nos será posible huir del poder de la luna.
33. Nada hay que sea verdaderamente inmortal; aún Dios es mortal. Pero entre el hombre y Dios hay una enorme diferencia. Dios es mortal de un modo diferente a lo que el hombre es mortal. Sería mucho más conveniente que substituyésemos la palabra “inmortal” por la idea de “existencia después de la muerte”. Entonces yo contestaría diciendo que el hombre tiene la posibilidad de seguir existiendo después de la muerte. Pero una cosa es la posibilidad, y otra muy distinta es el que esto se realice, que se convierta en una realidad.
34. A fin de poder conocer el futuro es necesario conocer el presente en todos sus detalles, y también conocer el pasado. Hoy es lo que es, debido a que ayer fué lo que fué. Y si hoy es como ayer, mañana será como hoy. Quien quiera un mañana diferente, tiene que empezar por cambiar su hoy.
35. Uno sólo puede prever el futuro de un hombre. Es imposible prever el futuro de máquinas locas. La dirección de las máquinas locas cambia a cada instante. Un momento es cierta clase de máquina y va en una dirección determinada y hasta es posible calcular hasta dónde puede llegar, pero cinco minutos después ya va en una dirección completamente distinta y todos los cálculos hechos resultan únicamente en una serie de errores. En consecuencia, antes de hablar acerca del conocimiento del futuro, uno debe saber de cuyo futuro se trata. El hombre que quiera conocer su futuro, tiene que conocerse a sí mismo. Entonces podrá saber si es que vale la pena o no conocer el futuro. Algunas veces, más vale ignorarlo.
Esto podrá parecerles paradójico, pero nos asiste todo el derecho para afirmar que nosotros conocemos nuestro futuro. Será exactamente lo mismo que fué nuestro pasado. Nada puede cambiar de sí mismo.
36. Cómo evitar la muerte final, cómo dejar de morir. Para esto es necesario, ante todo, ser. Si uno cambia minuto a minuto, si no hay nada en él capaz de sobreponerse a las influencias externas, quiere decir que nada hay en él capaz de sobreponerse a la muerte. Pero si consigue independizarse de las influencias externas, si llega a crear en él algo capaz de vivir por sí mismo, entonces es posible que este algo no muera. En las circunstancias actuales, nosotros estamos muriendo minuto a minuto. Cada vez que las influencias externas cambian, nosotros cambiamos con ellas; o sea que a cada rato mueren muchos de nuestros “yo”. Si el hombre consigue desarrollar en sí mismo un YO capaz de sobreponerse a los cambios de las condiciones externas, este YO sobrevivirá a la muerte del cuerpo físico.
37. Si consigue llegar a ser el amo de sí mismo, el amo de su vida, también llegará a ser el amo de su muerte.
38. Jesucristo dijo: “Amad a vuestros enemigos”, pero ¿cómo vamos a poder amar a nuestros enemigos si ni siquiera podemos amar a nuestros amigos?
39. El hombre debe de ser el amo de sí mismo. Si el hombre no consigue ser el amo de sí mismo, no tiene nada y nunca podrá tener nada.
40. De todos los deseos, el más correcto que se ha formulado hasta el momento es el deseo de ser el amo de sí mismo, porque sin serlo nada es posible. Y comparados con este deseo, todos los demás vienen a ser sencillamente sueños infantiles, deseos que el hombre ni siquiera podría utilizar aun cuando le fuesen concedidos.
41. La libertad, la liberación, tal debe ser la meta del hombre en la tierra. Llegar a ser libre, llegar a quedar totalmente libre de toda forma de esclavitud: éste debería ser el motivo de la lucha de todo hombre en cuanto empezara a darse cuenta de su situación. En tanto continúe siendo un esclavo tanto interna como externamente, el hombre no tiene posibilidades de ninguna especie. Pero no podrá dejar de ser un esclavo en lo exterior en tanto lo siga siendo interiormente. En consecuencia, a fin de llegar a ser libre, el hombre debe obtener su libertad interior.
42. El peor de los insultos que se le pueda lanzar a un “hombre-máquina” es decirle que no puede hacer nada, que no puede lograr nada, que no puede moverse en ningún sentido y que al tratar de ir en pos de algo dado, inevitablemente creará alguna otra cosa. La verdad es que esto no puede ser de otro modo. El “hombre-máquina” se encuentra sujeto a la ley de los accidentes.
43. El hombre máquina no puede hacer nada. Para él, como para todo cuanto le rodea, las cosas sencillamente suceden. A fin de poder hacer es indispensable conocer la ley de las octavas. Es preciso conocer los momentos en que ocurren los “intervalos” y ser capaz de crear los “choques adicionales” que sea menester.
44. Sólo cuando el hombre comienza a recordarse a sí mismo, a recordarse como Yo, le es posible despertar. Y entonces la vida circundante cobra un aspecto diferente y un significado distinto. La vida que le rodea la ve como una vida de gentes dormidas, una vida de sueño, de verdadero sueño. Todo cuanto el hombre dice, lo dice en sueños; todo cuanto hace, lo hace en sueños. Todo esto, todas estas cosas carecen de valor. Lo único que tiene un valor real es el despertar o aquello que conduce a un despertar.
45. Es posible pensar durante mil años; es posible escribir bibliotecas completas, crear montones de teorías, y hacerlo todo sumido en el más profundo de los sueños y sin posibilidad alguna de despertar. Antes bien, todos estos libros y todas estas teorías, escritas y concebidas en el sueño, sólo servirán para aumentar el sueño de las otras personas.
46. El hombre ni siquiera sospecha lo que se pierde por el mero hecho de permanecer dormido. Como ya lo he indicado, dada la forma en que está constituido y organizado, tal como la naturaleza lo ha creado, el hombre puede llegar a ser consciente de sí mismo. Así fué creado, así nació. Pero el hombre nace en medio de gentes dormidas y, naturalmente, se queda dormido junto con ellas justamente cuando debería haber comenzado a ser consciente de sí mismo. Todo concurre a participar en este hecho: la forma involuntaria como los niños imitan a sus mayores, la sugestión voluntaria e involuntaria, y esa cosa que llamamos “educación”. Y cada intento del niño por despertar queda inmediatamente detenido. Esto es inevitable. Hace falta mucho esfuerzo y mucha ayuda a fin de poder despertar más tarde cuando ya el ser ha acumulado miles de hábitos que le obligan a dormir. Aún esto ocurre muy raras veces. En la mayoría de los casos, cuando es aún niño, el hombre pierde toda posibilidad de despertar; su vida transcurre en el sueño, y en sueños muere.
47. Las posibilidades del hombre son muy grandes. No pueden Uds. concebir siquiera una sombra de lo que el hombre puede obtener. Pero nada puede obtenerse en sueños. En la consciencia de un hombre dormido, sus ilusiones, sus “sueños”, están mezclados con la realidad. Vive en un mundo subjetivo y no puede huir de él. Esta es la razón por la que nunca puede utilizar todos los poderes que posee y también la razón por la que vive siempre dentro de una pequeña parte de sí mismo.
48. Es que nosotros no nos damos cuenta cuan contradictorios y cuan hostiles son entre sí los diferentes “yo” que forman nuestra personalidad. Si el hombre sintiese todas estas contradicciones, sentiría lo que realmente es. Sentiría que está loco.
49. El despertar solamente es posible para quienes lo buscan y lo desean, para quienes están dispuestos a luchar consigo mismos, y a trabajar sobre sí mismos durante mucho tiempo, y muy persistentemente, a fin de conseguir ese despertar. Para esto es preciso destruir los “topes”; dicho en otra forma, es necesario salir e ir al encuentro de todos aquellos sufrimientos interiores relacionados con la sensación de las contradicciones. Lo que es más, la destrucción de los “topes” requiere en sí misma un prolongado esfuerzo, y el hombre tiene que estar de acuerdo con esta clase de trabajo y tiene que darse plena cuenta de que el resultado no será sino toda suerte de incomodidades, y de sufrimientos.
Pero ocurre que el juicio interno es el único fuego que puede fundir en una sola materia todos los polvos que hay en la retorta que mencioné antes, y es el único medio de crear la unidad que el hombre no tiene en aquel estado en que comienza a estudiarse a sí mismo.
50. Las gentes gustan mucho hablar sobre la moralidad. Pero la moralidad es mera auto-sugestión. Lo que hace falta es juicio interno. Nosotros no enseñamos moralidad. Enseñamos la manera de hallar el juicio interno. A las gentes esto les produce desagrado. Dicen que nosotros no tenemos amor. Se trata sencillamente de que nosotros no fomentamos ni la hipocresía ni la debilidad. Al contrario, nosotros arrancamos todas las máscaras.
51. Si un hombre se da cuenta de que está dormido y quiere despertar, entonces todo cuanto le ayude a despertar será bueno, y todo cuanto le impida este despertar será malo. En exactamente la misma forma comprenderá lo que es bueno y malo para la demás gente. Lo que les ayude a despertar será bueno, lo que se lo impida, lo que prolongue su sueño será malo. Pero esto tiene validez únicamente para quienes quieren verdaderamente despertar, para aquellos que comprenden que están dormidos. Aquellos que no entienden esto, aquellos que no se dan cuenta de que están dormidos, y aquellos que no pueden querer despertar, no pueden tener una comprensión del bien y del mal. Y como la abrumadora mayoría de las gentes no se da cuenta y jamás se dará cuenta de que están dormidas, ni el bien ni el mal realmente existen para ellas.
52. La renuncia a las propias decisiones, la subordinación de la propia voluntad a la voluntad de otro, todo ello puede presentar insalvables dificultades para el hombre que no haya comprendido, de antemano, que no está sacrificando ni modificando nada en su vida, que durante toda su vida ha estado sujeto a una o a varias voluntades extrañas a sí mismo, y que nunca ha tenido verdaderas decisiones propias. Pero, por lo general, el hombre no es consciente de estas cosas. Considera que tiene el derecho de elegir libremente. Le resulta sumamente duro renunciar a la ilusión de que dirige y organiza su vida como él la quiere. Pero no existe posibilidad alguna de trabajo sobre uno mismo hasta que uno no se ha liberado de semejante ilusión.
Debe darse plena cuenta de que no existe; debe darse cuenta de que no puede perder nada porque en realidad no tiene nada que perder; debe darse cuenta de su “nadidad” en el más amplio sentido de la palabra.
53. Debe entenderse que el hombre consiste en dos partes: esencia y personalidad. La esencia en el hombre es aquello que le es propio. La personalidad “no le es propia”. Quiero decir con esto que la personalidad viene de afuera, de lo que ha aprendido, de lo que refleja; todos los rasgos de las impresiones externas que han quedado en su memoria o en sus sensaciones creados por medio de la imitación, todo ello es la suma de “lo que no le es propio” todo ello forma la personalidad.
54. El niño pequeño no tiene personalidad de ninguna especie. Es lo que verdaderamente es. Es esencia. Sus deseos, sus gustos, sus aficiones, sus disgustos, todo ello expresa lo que realmente es.
55. La esencia es la verdad de lo que hay en el hombre; la personalidad es lo falso. Pero en proporción al crecimiento de la personalidad, la esencia se manifiesta más y más raramente, más y más débilmente, y a menudo ocurre que el crecimiento y desarrollo de la esencia se detiene a una edad muy temprana y deja por completo de crecer.
56. El desarrollo de la esencia depende del trabajo en sí mismo.
Un momento muy importante en el trabajo en sí mismo es cuando el hombre comienza a distinguir entre su personalidad y su esencia. El verdadero YO de un hombre, su individualidad, sólo puede crecer partiendo de esta esencia.
57. Lo que es más, ocurre también muy a menudo que la esencia muere en un hombre mientras su personalidad y su cuerpo están aún vivos. Un considerable porcentaje de las gentes que vemos por las calles de cualquier gran ciudad están ya completamente vacías por dentro; es decir, están ya verdaderamente muertas.
Es una gran suerte el que nosotros ni veamos ni sepamos la verdad de estas cosas. Si verdaderamente supiésemos cuántas personas están verdaderamente muertas y si supiésemos cuántos de estos cadáveres animados gobiernan nuestra vida, nos volveríamos locos de horror. Y en realidad suele suceder que hay personas que se vuelven locas porque algo de esto llegan a descubrir sin haber recibido la necesaria preparación, es decir que llegan a ver algo que no deberían haber visto. A fin de poder ver estas cosas sin peligro alguno, es necesario estar en uno de los caminos. Si un hombre incapaz de hacer algo por sí mismo llega a descubrir la verdad, por cierto que se volverá loco. Pero esto sucede muy raras veces. Por lo general, todo está dispuesto de tal modo que ninguna persona pueda ver la verdad prematuramente. La personalidad no puede ver sino aquello que le gusta ver, y aquello que no interfiere con su propia vida. Nunca ve lo que no le gusta. Esto está bien y mal a la vez. Es buena cosa para quien quiere dormir, y pésima si quiere despertar.
58. Debemos “recordarnos a nosotros mismos”. Pero esto nos será posible únicamente si tenemos en nosotros la
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