Junto a la ventana de mi casa hay una banca de metal
adornada por jazmines, en ella se sienta cualquier persona, desde la anciana
cansada de cargar su mandado, el borrachín nocturno, la madre con sus dos
chamacos que están batiendo el uniforme con sus respectivas congeladas y por
supuesto muchas parejas. Caída la tarde llegan de dos en dos, hasta pasada la media noche, a excepción de
los fines de semana, donde se pueden escuchar sus besos hasta la cocina,
literalmente.
Ayer me encontraba de un ánimo un poco sombrío, quizá un
poco débil, ¿nunca faltan los problemas cierto? Pero al atardecer intente
escribir un poco en un proyecto que tengo pendiente cuando sin querer escuche
la conversación de una pareja que se encontraba en la banca.
Ella melosa- me imaginaba su mirada brillante y tierna al
escucharla-
El- recatado y seguro, con palabras firmes le dijo:
“Ahora solo necesitas
bajar de peso para que yo pueda justificar porque estoy contigo”
Un balde de agua fría. Silencio.
Más silencio. Unos gemiditos, quizá llanto.
La chica había enmudecido. Con toda la razón, digo, ahora
ella tendría que pedirle a ese imbécil que dejara de serlo para poder
justificarse andar con él.
Me aguante las ganas de salir y partirle la madre, nadie
dijo nada más, se escucharon unos pasos y la tarde volvió a su tranquilidad
habitual.
La sangre me ardía, si, me proyecte, lo admito. Y sin yo
quererlo, y sin poder controlarlo los recuerdos se juntaron en mi cabeza
caliente.
Yo de niña era un palo, cuando llego la adolescencia y con
ella mis formas seguí siendo delgada, bailaba hawaiano para encontrar el cuerpo
de reloj de arena que tanto veía en las revistas que en aquel entonces consumía,
después… el corazón roto, me di cuenta de que todos los que se me acercaban lo hacían
para cogerme, si como se lee y con todas sus letras. Y en ese entonces no
estaba buscando sexo, ni fajes, quería el príncipe azul con el que me casaría, tendría
hijos y con el que viviría feliz para siempre. ¿Clara la diferencia?
El punto es que entre esa adolescencia loca que tuve y la supuesta
madurez (¿he llegado?) entendí que ninguna de las dos cosas era real:
Una.-El cuerpo de reloj de arena no atraía príncipes, solo
sapos cachondos, el príncipe azul que me
querría por mi buen corazón y mi inteligencia no llegaría a causa del cuerpo de
reloj de arena.
Dos.- Lo que consumí tan desesperadamente en las revistas
era un fiasco. Si, eran delgadas, con largas cabelleras rubias, piernas
bronceadas,blablabla, pero ninguna de ellas era yo y yo era una mujer real, de
esas que no salían en las portadas.
¿Qué hice? Comerme mis problemas, si, literalmente, o
alguien me querría por mi interior o no me querría nadie. Estaba harta de jugar
a la estúpida (aunque lo que hice también fue estúpido) solo por atraer una
persona inexistente.
¿Después? Me sometí a mas humillaciones.
Pase de ser la “cogible” de la colonia y de la escuela a la “gorda”,
burlas en la familia, burlas con los vecinos, burlas en las escuelas, burlas en
los trabajos.
- ¿Tiene este pantalón en talla 10?
-¡Uy! No señorita, pero quizá encuentre de su talla en la sección
de caballeros.
Si, en ese entonces aun no inauguraban la sección de “tallas
especiales” en ninguna tienda departamental.
No mas novios, yo era la “mejor amiga”, la “gordita simpática”
etc, etc, etc.
Me refugie más en los libros, y dentro de mí misma, estaba
sumida en una total depresión, que había empezado siendo delgada y seguía allí siendo
rolliza.
Monopolice todo lo positivo, creativo, cultural, y hermoso
en mi interior, descuidando todo mi exterior, me di por vencida.
Poco tiempo después, y debido a problemas ajenos a este, me
vi en la necesidad de dejar mi cómoda vida para vivir en las calles. Mas depresión…
Todos tenemos mil demonios, estoy segura, y todos buscamos
una forma de liderar con ellos, que no significa darles la batalla exactamente,
sino simplemente de cohabitar con ellos.
Por esto, y todo el costal de cosas que traía cargando en
mis espaldas encontré un refugio en las drogas, la cocaína para ser exacta. Me
drogue durante tres años, todos los días. ¿Adelgace? ¡Claro! Casi al punto de
desaparecer, mis 70 kilos se volvieron 42 kilos y de repente tenía yo el cuerpo
de una niña de doce. ¿Me sentía mejor conmigo misma? En lo absoluto. Volví a
ser la “cogible” peligrosamente, si tenemos en cuenta las condiciones
miserables a las que se topa una mujer viviendo en la calle, y si, paso lo que tenía
que pasar, fui violada. ¿Mi edad? 17, 18 años ¿estaba feliz? ¡No!
Hospital, Bedoyectas, Vitaminas, Comida, Rehabilitación.
Volvieron los 70 kilos. Circulo enfermizo…
Después llego la bulimia, el alcohol, pero la soledad y la
no aceptación seguían allí, me importaba tanto lo que los demás opinaran de mí,
de mi cuerpo, de mi “belleza”, de mi forma de ser.
No más vómito, al psiquiatra…
¡Pero diablos! Estaba de moda Kate Moss. La veía en todos
lados, a ella, a sus costillas, a sus pocos senos, a sus piernas largas y
delgadas, sus pómulos, sus ojos saltones, sus labios delgados.
¡Mírate al espejo!
No se me ven las costillas, no tengo senos, dice mi hermano
que tengo las piernas de una res colgada en carnicería. ¿mis ojos? Mis ojos son
bonitos, tristes y bonitos.
Trabajo.
¡La Ruda y la Técnica! No mames, jamás andaría con esa
gorda.
Casa
¡Oye gorda! Te pareces al Pavo de DirecTv, ¡Goooorda
Goooorda Gooorda!
Trabajo
-Oye Lulú, ¿Cómo bajaste tan cabròn?
-Me como una mordida de esta semilla antes de cada comida y ya.
-¿y si funciona?
-Ya baje 20 kilos en dos semanas.
-¿Dónde la compraste?
-En el mercado, con cualquier yerbero la consigues.
Mercado. Comida, Vomito, Diarrea. Comida, Vomito, Diarrea. Comida,
Vomito, Diarrea.
Comida, Vomito, Diarrea. Comida, Vomito, Diarrea. Comida,
Vomito, Diarrea. Una semana
6 kilos menos Comida, Vomito, Diarrea. Comida, Vomito,
Diarrea. Comida, Vomito, Diarrea.
8 kilos menos Comida, Vomito, Diarrea. Comida, Vomito,
Diarrea. Comida, Vomito, Diarrea.
Cayó la presión. Hospital. Análisis. Doctor.
-¿Por qué estabas consumiendo esa raíz?
-Para bajar de peso
-¿Sabes lo que contiene?
-No
-Cianuro, casi te mueres.
Dolor, mucho dolor. Dolor adentro y dolor afuera.
Tiempo, mucho tiempo, muchos años, muchas lagrimas, mucha introspección.
No importa que fuera delgada, que fuera gorda, que fuera
alta, que fuera chaparra. Yo no basaba mi vida en lo que creyera sobre mí
misma, sino sobre lo que pensaran los demás.
Si estaba gorda, debía adelgazar
Si estaba flaca, debía engordar
Si me vestía de negro debía vestirme de rosa,
Si usaba botas debía usar tacones.
¡Al Carajo!
Ahora, con 10, 15 años después se que el problema era
simple. No me aceptaba porque los demás no me aceptaban. Ahora, a la mierda con
eso.
¿Qué es bello? ¿Qué es feo? ¿Quién mierdas me pregunto qué
color se “debe usar” esta temporada? ¿Cuándo permití que me dijeran los estándares
de la supuesta “belleza”?
A las modelos, a los diseñadores, a los productores de televisión,
a las estrellas de cine ¿les importa mi salud? ¿Les hubiese importado que
muriera de sobredosis por parecerme a ellas?
A los que me decían gorda ¿Les importo mi salud mental
cuando fui bulímica? A los que me dijeron como debía verme y como debía vivir
¿Me visitaron en el hospital cuando me envenene con cianuro? No.
¿Por qué? Por que para muchos era una cifra, una boleta, un
acoston, un blanco de burlas, un saco de papas.
“La decisión cristiana de considerar al mundo feo y malo ha hecho al
mundo feo y malo”
Nietzsche
La idea “fija” de la belleza, Apolo en su esterilidad, Apolo
en su necrofilia dictando las sentencias lineales a sus hijos secos.
Dionisio, anarquista, dándoles a todos la Posibilidad de
todo, el silencio, mil formas…
Ahora, hoy.
Sé que no necesito la aprobación de nadie para vivir mi
vida, para disfrutar de mi cuerpo, de mi sexualidad, de mi manera de ver las
cosas, de mis instantes, no importa cuántas veces se contradigan unos a otros.
Porque ahora creo-vivo-siento las posibilidades de Baco.
Ahora nuevamente se que no soy los kilos de una bascula, no
importa los muchos o los pocos que sean.
Antes fui moldeada- fabricada-educada como un “modelo
cultural”, infectada social hasta el grado de atentar contra su vida en pos de
la opinión ajena. Anarquía, Silencio, Se acabó.
Bajo los estándares culturales enfocados a la belleza Apolínea
la mujer debe ser una barbie, muchas veces sin cerebro, otras muchas sin corazón.
Los hombres aman a estas bellezas frágiles, delicadas aun sabiendo que les quebraran
el alma. ¡Oh dioses crueles! Amaremos a quien nos matara. Y muchos de estos
amantes de la estética mediática no son parte de los estándares de la misma en
asuntos varoniles. Allí van anhelando a la Venus de Cosmo los borrachos de fin
de semana, sin aquel par de ojos dignos de los hijos de Odín, sin la cuenta de
banco con mil ceros, sin el puro en los carnosos labios, sin cabello sedoso y reflejos
rubios claros en los mechones que caen suave y perfectamente en la delicada
piel de su frente. Niet. Narcisistas
Baratos como el compadre de la banca. Y allí van las rollizas suplicando por un
poco de amor, mendigando sin dignidad una mirada, una palabra de tremendos y patéticos
caballeros de plástico.
No soy bonita, no soy fea, no sor gorda, no soy flaca, no
soy una puta etiqueta. Solo soy yo.
This body holding me reminds me of my own mortality.
Embrace this moment. Remember; we are eternal,
all this pain is an illusion
Embrace this moment. Remember; we are eternal,
all this pain is an illusion
Paola Klug
Te felicito mi querida Canela en polvo
ResponderEliminarUn texto excelente, que nos lleva a la reflexión y ojala a la acción.
Eres una escritora dotada,dulce,fuerte y brillante !!!
Todas las penurias que pasamos, nos llevan tarde o temprano a "tocar fondo" y entonces resurgir de las cenizas, suena muy trillado pero es totalmente cierto, y lo cuentas con tal fuerza y vitalidad en tus palabras, que llegué a estremecerme... (pasé por ciertos pasajes similares)
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