martes, 31 de julio de 2012

El arte más allá de la utopía.


El arte rebasa la utopía desde que es concebido, puesto que el arte ha hecho que todo sea POSIBLE. Que todas las realidades, por demás distintas unas de otras sean tangibles, como los reflejos de agua en un Monet, como la armonía en cualquier sinfonía de Beethoven, los versos de Shakespeare o la fuerte visión en las películas de Kieślowski.

Para el arte nada es imposible, aún el que es estéril y aferrado a la moral, en su profundidad sigue siendo arte.  

Cada cabeza es un mundo, dice el dicho popular, la cabeza de un artista equivale a mil mundos distintos: cada brochazo, cada palabra, cada nota, cada proyección de su propia realidad plasmada en la realidad de los demás hace del arte algo supra-utópico. -Más allá del bien y el mal- diría Nietzsche.

La utopía puede ser una negación automática, la negación de lo imposible. Pero el genio artístico, es impredecible y caótico; como el universo mismo para el que no hay límites, ni pasos a seguir, ni instantes lineales. El universo es cíclico, como el arte y al ser una manifestación personal de nosotros mismos-minúsculos fragmentos del universo- simple y sencillamente fluimos en la espiral junto a él.

Como bien dijo García Calvo, tristemente en la actualidad es más importante el nombre, la firma del artista que la obra de arte; y no nos percatamos de que el nombre es inmóvil, sustancia amarrada a la mortalidad, a su tiempo y a su espacio, mas su obra no lo es, puede moverse, desdibujarse, ser atemporal. El arte puede ser entendido –sin entenderse- de millones de maneras distintas según las generaciones, según la problemática social, según el instinto, el punto de vista individual  de cada ser que la tenga en frente.

Esa es la magia de arte: La confusión. El hueco en el estómago que sintió Miguel Ángel  mientras pintaba la Capilla Sixtina, la tristeza inexplicable de Chopin mientras estructuraba los tonos de Nocturno, el gas en los pulmones de Sylvia Plath después de escribir sus últimas palabras…

El arte ha sido concebido por medio de la intuición, dado a luz por miles de vientres de realidad distintos, eso lo sitúa más allá de cualquier utopía. 

Es hijo del desconcierto, nace, crece, se convierte en un no-poema, en una no-canción, en una no- pintura, cambia mil veces de forma hasta ser la no-forma en ciclos completos de luz y oscuridad, muerte y vida.

 El arte no se ata con categorías, o procedimientos, aun cuando en las academias se empeñen en decir que sí. 

La historia del arte es enigmática, nadie sabe donde nace, como, con quien. No se le puede seguir la huella como a la agricultura o el automóvil, el arte es libre, simplemente desemboca en el alma- ya sea como mar embravecido o como gotas de lluvia en octubre- el final es el mismo: Refrescar el espíritu. 

El arte no es una afirmación, por ende es imposible negarle las posibilidades. ¿Quién podría negar lo nunca afirmado?

Paola Klug

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