Civilización igual a Domesticación. Allí por el 10000 A.C. todo empezó con una pareja de “salvajes”, quienes por medio de un sueño, que yo llamo intuición, y que otros llaman “profecía”, pudieron ver el futuro. Pues así como nosotros vemos el pasado mirando a las estrellas o lo sentimos por medio de los rayos del sol. Ellos fueron capaces de ver el monstruo de la civilización.
Lo primero que vieron fue sus cuerpos cubiertos de algo que se conocía como “moral”, avergonzados de sí mismos, todos llevaban ropas, pero también llevaban mascaras. Nadie era capaz de mostrar su verdadero rostro. Observaron a todos fingir, gustos, placeres, odios, rencores…
Miraron profundamente en los ojos de la civilización. Y solo descubrieron mentiras y vacíos. Huecos a medio llenar con nuevos conceptos y nuevos objetos. Notaron la fealdad de la sonrisa dada a cambio de dinero. La frustración de los padres que exigían la vida de sus hijos y la sumisión de estos mismos ante sus padres. Encontraron el miedo que un nuevo “Dios” había regalado a la humanidad y todos temían por todo.
La constante era el miedo a la perdida, a extraviar toda la inutilidad y pesadez que cargaban en sus hombros, tenían miedo a andar descalzos, a no tener que comer, a tomar del árbol la fruta que los podría alimentar, tenían miedo de ser libres. Habían aprendido a amar su esclavitud, y también amaban a quienes los esclavizaban, que bajo la mirada de aquel par, no eran más que esclavos tambiénAmaban lo que les inhibía, lo que los castraba, lo que les impedía volar. Cambiaron su capacidad de crear por televisiones, autos de lujo y un sueldo quincenal. Cambiaron aquello que los hacía sentir, pensar y cuestionar por lujos, comodidades y comida rápida. Olvidaron sus luchas, su rebeldía, su vitalidad viendo programas de concursos, novelas, noticieros y futbol.
Si, la civilización había hecho andrajos de hombres. Ellos habían olvidado su inclinación por la exhibición. Ahora, lo más cercano a eso era la exposición de maniquíes en las vidrieras de los centros comerciales, que mostraban la falta de respeto y amor propio en las mujeres actuales. Nadie sentía emoción por estar vivo, solo miedo por saber que morirían.
Los hombres se habían hecho simétricos en esta “involución”. Todo era funcional, practico. Olvidaron la aventura y la necesidad de tener los pies llenos de lodo por miedo a las bacterias, por su nueva fobia a todo lo que representara vida, lo orgánico.
No eran capaces de destruir para crear todo de la nada, simplemente cambiaban de nombre, de estado, de partido, de sistema. Pero todo era lo mismo y los llevaba a lo mismo. Y su máscara les impedía verse a sí mismos de la forma mísera y patética en que los veían aquellos “salvajes”. Creían saber todo, hasta quienes eran ellos mismos. Eran apáticos, insensibles, inconscientes.
Calmaban su dolor con antidepresivos y terapias. Pero jamás con el simple acto de Vivir. Tenían miles de libros, y miles de canciones, y leían y cantaban, pero nunca se dieron cuenta de la trampa.
Cada palabra leída y cada palabra cantada “encapsulaba” una emoción, un sentimiento. Y ellos hablaban y hablaban y cada vez que lo hacían mutilaban todo en su interior, como mutilaban todo fuera de sí mismos. Y destruyeron las flores, los árboles, los ríos, los mares porque no soportaban la belleza que no se compra. Odiaban la luz que no fuera artificial, así como eran ellos.
En la “humanidad civilizada” surgió un resentimiento, una sed de venganza tremenda, pues al darse cuenta de su propio fracaso, quisieron culpar al mundo y a la vida. Y destruyeron todo a su alrededor, y destruyeron todo en sí mismos…
Ambos despertaron bañados en sudor, sentados en la hierba verde y húmeda en un precioso amanecer se miraron a los ojos poniendo un dedo sobre sus bocas, prolongando con esto el mejor de los silencios, la ausencia de palabras, y la despedida de los miedos.
“Pues el silencio es la posibilidad de cualquier cosa..”
Paola Klug
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